Decir Mojito es sin duda alguna decir Cuba.
Cuenta la leyenda que a finales del
siglo XVI, el afamado pirata Sir Richard Drake, subordinado del Capitán Sir
Francis Drake (corsario de la corona inglesa) preparó la primera versión
conocida de una bebida que llevaba
aguardiente (ron crudo, sin envejecer) de baja calidad, con azúcar, lima, menta
y otras hierbas. El aguardiente aportaba calor, el agua diluía el alcohol, la
lima combatía el escorbuto (deficiencia de vitamina C, enfermedad típica de los
marineros de entonces que pasaban meses en la mar sin tomar fruta fresca), la
menta y las hierbas refrescaban, y el azúcar permitía digerir esa mezcla.
Lo tomaba Sir F. Drake después de sus batallas mientras recontaba las
monedas de oro que formaban el codiciado botín.
Durante el siglo XIX se mejora su
elaboración con los alambiques de cobre y el proceso de añejamiento llegando al
ron que ahora conocemos. El nombre de mojito viene de 'mojo', un aliño cubano
hecho con lima y usado para aderezar platos. Quizá por tener también lima como
ingrediente, la bebida se pedía 'con un poco de mojo', es decir 'mojito'.
Este sustituyó al aguardiente, y lo
que ya en Cuba se conocía como Draquecito (Draque) se rebautizó como
"Mojito". Pero fue en la famosa Bodeguita del Medio de la Habana
donde este cóctel se popularizó gracias al escritor Ernest Hemingway.
Un lugar emblemático de la vieja Habana, lleno de historias donde
personajes como Errol Flynn, Salvador Allende, Ava Gadner, Pablo Neruda, Nat
king Cole, Mohammed Ali, Gabriel García Márquez, etc... Dejaron su firma en las
paredes a su paso por la Bodeguita del Medio.
"Mi Mojito en la Bodeguita...
mi Daiquirí en el Floridita". Frase escrita por el propio E. Hemingway que
todavía se puede leer en la pared de la Bodeguita.